En el presente trabajo se
realizará un análisis literolingüístico del cuento “La isla a mediodía”, de
Julio Cortázar. Sin embargo, previamente es imprescindible aclarar que se
entiende por literolingüístico el análisis de la lingüística aplicada a un texto
literario. Según Barthes, "la
lingüística no es una parte, ni siquiera privilegiada de la ciencia general de
los signos, la semiología es una parte de la lingüística: precisamente esa
parte que se haría cargo de las grandes unidades significantes del discurso".
Es decir, que el lenguaje será analizado a partir de su significación.
En primer lugar, puede
observarse ya desde el comienzo de la lectura del cuento que hay una distancia
entre el discurso y la historia, es
decir, a lo largo de todo el relato se mantiene el uso del Pretérito Perfecto
Simple y el Pretérito Imperfecto para referirse a acciones, estados o procesos
que empezaron y terminaron en el pasado o que tuvieron cierta duración en el
tiempo, respectivamente. Por ejemplo: “La primera vez que vio la isla…”, “…A
Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán…”, “…En la
agencia de viajes le dijeron….”, “…En Roma empezó a llover, en Beirut lo
esperaba siempre Tania, había otras historias…”.
Por otra parte, es notable
el uso de verbos de acción para la descripción de la naturaleza, convirtiéndola
así en un objeto dinámico. Por ejemplo: “…cuando un óvalo azul de la ventanilla
entró el litoral de la isla, la franja dorada de la playa, las colinas que
subían hacia la meseta desolada…”, “…las playas desiertas corrían hacia el
norte y el oeste, lo demás era la montaña entrando a pique en el mar”, “…el mar
la recortaba con una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se
iban ajustando implacables…”. En los
siguientes fragmentos, se personifica a la isla, que funciona como actante, y
se abre un espacio de fuga que facilita una doble interpretación. “…la isla lo
invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de
elegir…”, “...La isla le ocultaba el lugar de la caída…”, “…pensó en filmar el
paso de la isla…” (nótese que no dice el paso por la isla, como si la isla
pasara por él). A su vez, la isla es el leitmotiv
del cuento, incluso Cortázar lo anticipa en el título “La isla a mediodía”,
como si esa isla fuera otra en otro momento del día, cuando en realidad lo
único que cambia es la visión que Marini tiene desde el avión por la influencia
de la luz.
En torno a este objeto
dinámico, pueden reconocerse algunos recursos similares a los utilizados por el
autor en “Casa Tomada”. Hay una rutina que se repite a lo largo del relato, que
son los viajes de Marini y el avistaje de la isla siempre desde la cola del
avión, a la misma hora y en la misma posición. Pero a diferencia de la rutina
del matrimonio patológico de hermanos, la repetición de una misma acción en
Marini representa su obsesión por la isla. Mirar la isla no es una acción más
de su vida cotidiana, sino que resignifica todo lo demás. Así queda reflejado
en los siguientes pasajes: “…A Carla le dolía la cabeza y se marchó enseguida;
los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días
llegaba un barco para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros…”,
“…Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le
envió dos sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones […]
Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los
sábados (dos veces por mes, el domingo)…”. Marini sólo puede pensar e
interesarse por la isla, lo demás es pasar el tiempo hasta el próximo vuelo en
que podrá observarla desde la cola del avión. “…Tania en Beirut, a veces Felisa
en Teherán, casi siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso,
amablemente fácil y cordial y remplazando otra cosa, llenando las horas antes o
después del vuelo…”. Incluso, al final
del cuento puede entreverse como la muerte es para Marini ya no volver a ver la
isla. “Ciérrale los ojos´, pidió llorando una de las mujeres […] y el cadáver
de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar.”.
Por otra parte, la falta de
interés de los demás personajes por esa isla solitaria no le llama la atención
a Marini, no es un cuestionamiento del personaje, si no del lector. Esto puede
evidenciarse con claridad, por ejemplo, cuando no se inquieta por la decepción
de Carla al enterarse que rechazó la línea de Nueva York para volver a la línea
Roma-Teherán y cuando le habla a Lucía de Xiros. “…él le habló un rato de
Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-limón…”. No
casualmente Marini siente que Felisa era la única que lo comprendía un poco
respecto de su obsesión, nótese que si se quitan las dos primeras letras del
nombre, las restantes permiten formar la palabra isla. Incluso el nombre Marini
puede asociarse a la palabra marino, sólo cambiando una de sus letras,
personaje que se caracteriza por vivir en el mar y hacer paradas en distintas
ciudades para satisfacer sus deseos sexuales.
Las isotopías presentes en
el cuento son:
· Mediodía-mañana:
“…el avión sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las
ventanillas de babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada…”.
· Rutina-
acontecimiento (vista de la isla): el acontecimiento que rompe con la rutina es
repetitivo, es decir, en “Casa Tomada” el acontecimiento es el avance de la
toma de la casa por parte de ese otros no definido y en “La isla a mediodía” cada
avistaje de Marini es para él un acontecimiento porque siempre observa algo
distinto o descubre algo nuevo. Por ejemplo: en un principio cree que la mancha
plomiza era una casa, luego dice que son varias casas.
· Plan
de vacaciones en la isla: “…pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones…”,
“…Pensó en filmar el paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero
prefirió ahorrar el dinero de la cámara ya que apenas le faltaba un mes para
las vacaciones…”.
· Realidad-
irrealidad “…volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal
como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre Xiros. Todo estaba
falseado en la visión inútil y recurrente…”, “…y las casas donde los pescadores
alzarían apenas los ojos para seguir el paso de esa otra irrealidad…”.
Marini termina alienado por su obsesión, al punto que sus deseos
inconscientes afloran como si fuera otra persona dentro de su cuerpo y
funcionan como un lapsus. Por ejemplo: “…Marini se dijo que era la oportunidad
de acabar con esa manía inocente y fastidiosa. […] Contestó negativamente,
oyéndose desde lejos…”, “…Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión,
que no se dejaría contaminar por lo peor de sí mismo…”.
Al igual que en “Cartas de mamá”,
hay un narrador en tercera persona que narra desde la perspectiva de Marini, es
un caso de omnisciencia selectiva, en el que poco se conoce del resto de los
personajes en este cuento fantástico. Asimismo, hay una cifra que se convierte
en un significante, el número ocho, que se repite tres veces en el relato.
“…Había una diferencia de ocho minutos pero cuando se inclinó sobre una
ventanilla de la cola no le quedaron dudas; la isla tenía una forma
inconfundible…”, “…Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea
de Nueva York con todas sus ventajas…”, “…En los viajes de vuelta, el avión
sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana…”. El ocho puede interpretarse, de
acuerdo al paso del tiempo, como el momento en que se da comienzo a lo nuevo,
dado que cada semana tiene siete días y al octavo empieza una nueva. Otro
significante importante es la izquierda, parte que aparece destacada en
distintos pasajes correspondientes al placer de la contemplación. “…Marini
estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda…”, “Marini vio
que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste…”, “…hacia el oeste
quedaban huellas de una colonia lidia…”, “…el sol daba contra las ventanillas
de babor y dejaba apenas entrever al tortuga dorada…”, “…Marini hubiera jurado
que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador…”.
El placer de contemplación está directamente asociado al placer que siente
Marini cuando observa la isla a mediodía, cuando su yo (realidad) y su ello
(deseo) logran compatibilizarse. La lejanía geográfica, tal como ocurre en
“Lejana”, se acorta cuando Marini puede visualizar la isla. Tal como lo plantea
Aristóteles en Poética, el gozo surge del acto contemplativo, cuando se produce
el acontecimiento. “…todo era borroso y
fácil y estúpido hasta la hora de ir a inclinarse sobre la ventanilla de la
cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario donde lentamente se
movía la tortuga dorada en el espeso azul…”.
El goce se produce cuando se fusionan ambos hombre en uno, es decir, es el
ahogado y el rescatista a la vez, y al igual que en “Lejana” no se sabe cuál
salva a cuál. “…cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano fuera del
agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y se
zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y
tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse
demasiado…”.
El aire que Marini le dejaba respirar es la liberación de su deseo, el fin
de la obsesión porque Marini ya está en la isla, obsesión que lo lleva a la
muerte. Pero es un muerto-vivo porque previo a su muerte, por primera vez en su
vida, sintió el goce, es “el cadáver de ojos abiertos”. La muerte del personaje
coincide con su castración, ya no hay más deseo, y a la vez se produce la
castración del lector, dado que es develado lo sucedido.
Bibliografía:
- Barthes, Roland. El placer del texto, Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2° edición, 2008, páginas 11- 88.
- Cortázar, Julio. “Casa Tomada”, Buenos Aires, Punto de Lectura, 2007.
- Cortázar, Julio. “Lejana”, Buenos Aires, Punto de Lectura, 2007.
- Rivara, Roberto. En literolingüística, el placer y el goce del texto.
- Toro, Felipe. Nombrar, censurar y toser en “Cartas de mamá”, de Julio Cortázar.
- www.literatura.us/cortazar/cartas.html
- www.literatura.us/cortazar/isla.html
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