Desperté y no reconocí nada de lo que estaba en la habitación.
Definitivamente, no estaba en mi casa. Me asusté. Por un momento, pensé que
había sido raptada. La realidad no era muy diferente.
De pronto, otro hombre entró. Aunque me sorprendió su presencia, no
sentí miedo. No pensé que me haría daño, sino que estaba en la misma
situación que yo. En otro lugar que no era su casa, confundido, desconcertado.
Estábamos en un departamento casi vacío, si no fuese por un televisor
gigante. No podíamos hablar, tampoco
queríamos hacerlo. Nuestros lenguajes eran diferentes. La situación era demasiado incómoda. Éramos dos completos
desconocidos en una misma habitación y, al parecer, así tendríamos que
convivir.
Ambos sabíamos por qué estábamos donde estábamos. La tecnología nos
había llevado a ese punto. Una persona -su identidad no importa- decidió que lo
mejor para la humanidad era "empezar de nuevo", en un mundo casi
virtual. Una noche, cada persona, mientras dormía, fue trasladada hacia otra
parte del mundo con el objetivo de aprender a convivir con otros. El objetivo: terminar con el racismo y reforzar la compasión.
La humanidad retrocedió muchos años, volviendo a un
pseudoteocentrismo. La persona que creó este "nuevo mundo" era
considerada un dios, al que todos le debían su existencia. Nos vigilaba en todo
momento y cuando veía un acto de mezquindad o malicia, aplicaba castigos, como
el aislamiento por tiempo indefinido. Hasta que la persona no mostraba mejoras o el comportamiento que este supuesto dios creía correcto,
no podía salir de su celda. A veces la soledad era tan insoportable que la
gente se refugiaba en la locura. Pero, mientras tanto, así este creador
planeaba una humanidad pura, buena. Sus intenciones no eran malas, pero sus métodos...
Sus resultados fueron satisfactorios de todas maneras. Las personas
aprendieron mucho de estas experiencias. Realmente fue un mundo nuevo. Renovó el universo en el que estábamos viviendo. Las sociedades viven en paz. En realidad, hay
una sola sociedad mundial. La gente no se separa por razas, lenguaje o posición
económica. La realidad virtual en la que vivimos modificó nuestras personalidades, nuestras almas. Hoy podemos
decir que el mundo está en paz gracias a la tecnología.
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